La comida no es basura. Tan sólo tienes que encontrar una utilidad diferente
Cada día, los vendedores del mercado de Rotterdam en Holanda, descartan más de 3.500 kilos de productos demasiados maduros o no aptos para la venta por su aspecto. Por ello, un grupo de estudiantes holandeses inspirados por una técnica culinaria que realizan los chefs para hacer puré, que posteriormente es secado para hacer caramelo; han creado un cuero vegetal con propiedades muy parecidas al proveniente de animales.

Textura del cuero hecho con mango
Un bolso de cuero de mangos, o una bolsa del desperdicio de nectarinas, son las creaciones más asombrosas de un grupo de estudiantes universitarios de Willem de Kooning Academie, que ante uno de los mayores problemas sociales del sur de Holanda: El desperdicio de alimentos, han sabido «sacarle jugo» e investigar posibles soluciones. Los integrantes del proyecto son: Hugo de Boon, Aron Hotting, Koen Meerkerk, Maaike Schoonen, Bart Schram, y Miloy Snoeijers.

Bolso de cuero de mango
«El cuero hecho de frutas desechadas, no sólo tiene infinidad de aplicaciones potenciales, incluyendo la industria de la moda, sino que también promueve la conciencia de la comida que tiramos. Además la textura del cuero obtenido depende de que tipo de fruta provenga. Un cuero hecho de mangos es más resistente que uno hecho de naranjas o manzanas», indica Hugo de Boon
Actualmente están experimentando con diferentes tipos de frutas, y el proyecto eco-sostenible ya ha despertado el interés de varios fabricantes, incluyendo una empresa en Alemania que hace que los asientos de cuero para marcas de coche como BMW y Porsche.

Textura de la pulpa de fruta
Además la iniciativa ha calado muy hondo en la comunidad vegana y, según Boon, «La fruta puede se una alternativa, a la tapicería sin requerir de la piel animal». El proyecto tienen un mensaje profundo que es que la comida no es basura. «Tan sólo tienes que encontrar una utilidad diferente para ella», dijo Boon.
Otro ejemplo relevante es Piñatex, un cuero vegetal
Piñatex fue creado por Carmen Hinojosa, quien previamente trabajó como consultora en la industria de artículos de cuero en Filipinas, y que encontró la inspiración en prendas de vestir bordadas tradicionales de este país, las cuales se hacían con fibras de hojas de piña.

Carmen Hinojosa
En los noventa empezó a viajar por el mundo para realizar labores de consultoría y, durante una estancia en Filipinas invitada por el Centro de Diseño de ese país, averiguó detalles sobre el impacto medioambiental y humano del proceso de fabricación del cuero que la dejaron conmocionada. “Cuando vi las condiciones de las curtidurías, los tóxicos que inhalan y que luego acaban en el agua, me resultó tan espeluznante que decidí que no podía seguir trabajando con ese material. Carmen decide comenzar a investigar sobre la fibra hecha de los residuos de la piña.
Para obtener este cuero vegetal, las fibras de los residuos de hojas de piñas se cortan en capas y se procesan como un textil, el cual se puede crear con distintos espesores y también puede ser procesado de distintas maneras, para así crear diferentes tipos de texturas.

Fibra de piña
La búsqueda de una alternativa sostenible se convirtió en su nueva misión. Hinojosa abandonó su empresa, se graduó en diseño textil en Dublín y se especializó en fibras naturales. Y en otro de sus viajes a Filipinas dio con el filamento de la hoja de piña, la cual se usa en Filipinas desde hace 400 años para realizar prendas artesanales.
Piñatex es el resultado de su investigación que tardó 10 años en hacerse realidad, la cual no tiene impacto cero en el planeta (“aún no, eso es casi imposible”, apunta Hijosa), pero sí es tremendamente respetuoso con su entorno. Procede de un elemento de desecho; las fibras salen de una parte de la hoja de piña que de otro modo los agricultores filipinos dejarían pudrirse o quemarían, con lo que se evita esa huella de carbono..

Zapatos creados con fibra de Piñatex
El proceso para extraer las fibras apenas requiere agua y, una vez obtenidas, la biomasa restante puede utilizarse como fertilizante. “Es lo más sostenible posible y da empleo a la gente más pobre de Filipinas”, añade Hijosa, que decidió mantener su relación con este país uno de los principales productores mundiales de piña para la obtención de la materia prima.

Zapatos prototipo Camper
Fundo la empresa Ananas Anam que comercializa al año “miles, pero no decenas de miles” de metros de Piñatex y los vende a más de 400 marcas de moda que comparten sus mismos principios (desde grandes nombres como Hugo Boss, Puma, Camper y hasta firmas veganas como Bourgeois Boheme). Como Hijosa remarca con orgullo, son ellos quienes las eligen, y no al revés. Tienen mucha más demanda de Piñatex de la que pueden satisfacer.
Ahí es justamente donde la española quiere hacer crecer su negocio: escalando y optimizando la cadena de suministro. “La materia prima está ahí: 13 millones de toneladas de hojas de piña se desechan al año en todo el mundo.

Bolsos creados con fibra piñatex
Lo que aún no tenemos es una forma de extraer estas fibras de manera industrializada, porque nadie lo ha hecho antes”, señala. También quiere desarrollar su propia colección y aspira a diversificar los usos del material en nuevos sectores: mobiliario, automoción, aeronáutica o incluso la industria sanitaria, pues, según un estudio de una universidad de China que ellos están corroborando, las fibras de la hoja de piña tendrían propiedades antibacterianas.
Un par de proyectos increíbles pero posibles de innovación, que demuestran que la investigación sustentable es sin duda el rumbo que debería tomar el mundo de la producción de productos, que respeten su entorno, y puedan ser adaptables con la convivencia humana generando una relación de equilibrio y respeto.